Muchas personas aplican protector solar únicamente en verano, sin saber que la radiación ultravioleta (UV) está presente durante todo el año, incluso en días nublados, fríos o en interiores. Proteger la piel de esta exposición continua es fundamental para prevenir el envejecimiento prematuro, las manchas y, sobre todo, enfermedades como el cáncer de piel.
La acción de los rayos UV sobre la piel
Los rayos UV se dividen en tres tipos: UVA, UVB y UVC. Cada uno tiene un impacto diferente sobre la piel:
- Rayos UVA: Penetran profundamente en la piel, dañando las capas internas. Son responsables del envejecimiento prematuro, la pérdida de firmeza y arrugas. También pueden alterar el ADN celular y aumentar el riesgo de cáncer de piel.
- Rayos UVB: Afectan principalmente la superficie de la piel, provocando quemaduras solares. Su exposición prolongada también puede inducir cambios celulares que deriven en enfermedades cutáneas graves.
- Rayos UVC: Son los más peligrosos, pero no llegan a la superficie terrestre gracias a la capa de ozono.
Protección solar según la estación
El uso de protector solar debe adaptarse a las condiciones climáticas y de exposición. Aquí te explicamos cómo protegerte mejor en cada época del año:
- Verano: La radiación solar es más intensa. Se recomienda un protector solar con FPS alto, preferentemente resistente al agua, y reaplicarlo cada dos horas o después de nadar o sudar.
- Invierno: Aunque las temperaturas sean bajas, la radiación UV sigue presente. La nieve, además, puede reflejar hasta el 80% de los rayos solares, por lo que es crucial usar un FPS alto, especialmente en zonas de montaña o con nieve. En ciudad, un FPS 30 es suficiente para uso diario.
- Primavera y otoño: A medida que los días se alargan, la exposición solar aumenta. Un protector solar con FPS 30 es adecuado para el día a día, y FPS 50 para actividades al aire libre prolongadas.
¿Qué textura elegir según tu tipo de piel?
Elegir la textura adecuada del protector solar es clave para mantener la piel sana y evitar problemas como el acné o la deshidratación:
- Piel grasa o con tendencia acneica: Los geles y gel-crema son ideales, ya que se absorben rápidamente, no dejan residuos grasos y suelen ser oil-free y no comedogénicos.
- Piel seca: Opta por cremas o bálsamos con ingredientes hidratantes como ácido hialurónico o ceramidas. Ayudan a mantener la hidratación y evitan la descamación.
- Piel madura: Los sérums o cremas ricas que incorporan antioxidantes son perfectos para proteger y revitalizar, a la vez que previenen los signos del envejecimiento.
Beneficios del uso diario de protector solar
Incorporar el protector solar en tu rutina diaria aporta múltiples beneficios a corto y largo plazo:
- Previene el envejecimiento prematuro: Minimiza la aparición de arrugas, manchas y pérdida de elasticidad.
- Reduce el riesgo de cáncer de piel: La protección constante contra los rayos UV disminuye significativamente este riesgo.
- Evita la hiperpigmentación: Ayuda a mantener un tono de piel uniforme y a prevenir la aparición de manchas oscuras.
- Protege contra la deshidratación: Especialmente en ambientes fríos o secos, evita la pérdida de agua y el enrojecimiento.
Aplicar protector solar debe convertirse en un hábito diario, como lavarse el rostro o hidratarse. Lo ideal es utilizarlo como último paso de la rutina de cuidado facial, antes del maquillaje. También puedes optar por protectores solares con color para unificar el tono y proteger en un solo gesto. No olvides reaplicarlo durante el día, especialmente si estás expuesto al sol directamente.
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