Además, el calor excesivo puede generar incomodidad significativa. Durante el sueño, nuestro cuerpo tiende a bajar su temperatura para facilitar el descanso. Sin embargo, las noches calurosas interrumpen este proceso natural, causando sudoración y despertares frecuentes. Esta interrupción del sueño profundo afecta la calidad del descanso, dejando a las personas sintiéndose fatigadas y somnolientas al día siguiente.
Este conjunto de factores hace que muchas personas sufran de insomnio estacional durante los meses de verano.